Las Obviedades No Obvias de la Educación Sobre la Educación: Lo que Se Dice; Lo que No Se Dice; Lo que Está Prohibido Decir; Lo que Es Falso Decir; y Lo que Se Debería Decir.

Resumen

La educación es un campo minado porque está permeada por dinámicas de poder. Su importancia no radica en los susurros sublimes de carácter formativo, en la ética obsequiosa de la pedagogía, ni en el compromiso con el aprendizaje de los estudiantes; eso existe, pero tiende a ser parte de los adornos. Su importancia radica en su politicidad, en la capacidad que tiene de alinearse o desalinearse del poder dominante. El ejercicio de la educación implica, en el educador, una relación de poder desde arriba, también jerárquica natural o usurpada, y, en el educando, el lado contrario de la misma división. En el educador, puede ocurrir la pretensión de someter al educando; en el educando, puede ocurrir una conquista emancipatoria, incluso en contra de la voluntad del educador. También se debe tener en cuenta que, tratándose de dinámicas de la vida, son ambiguas, complejas, en gran parte impredecibles y siempre incompletas (DEACON, 2012). Hay alumnos que aprenden a pesar del profesor y profesores que desempeñan bien a pesar del alumno. Todo esto es posible porque la relación no es causal mecánica como regla: la educación no se causa, se media. La mediación fácilmente se convierte en un intenso embrollo político, porque ningún control es linealmente efectivo. Además, la educación es una industria global muy pesada (VERGER et alii, 2016; WORLD BANK, 2018; KLEES, 2017; NARAYAN; WEIDE, 2018), también porque es una “inversión” típica, calculada en competitividad y productividad, involucrando grandes instituciones y presupuestos cada vez más significativos, centrados en el “capital humano” (RINDERMANN, 2018), considerado el “capital” más decisivo para ocupar el liderazgo mundial y acelerar el progreso económico y tecnológico (LEE, 2018; DUDERSTADT, 2003). La idea de considerar el acceso universitario como un derecho fundamental también expande la carrera por la educación superior exponencialmente. La noción de aprender a aprender o de formación permanente implica estirar el proceso durante toda la vida, lo que, por un lado, solo reconoce la dinámica evolutiva natural de la autoformación infinita, y, por otro, acelera el “negocio” de la educación. Esta mezcla de “negocio” y “derecho” envenena su politicidad.